Las cautivas

Las cautivas

Por Andi Giorda

“Ils vont. L'espace est grand”. Victor Hugo 


“Ellos van. El espacio es grande”. Esteban Echeverría abre con esta referencia el poema en versos “La cautiva” que luego toma una tercera instancia literaria junto a Sara Gallardo con “Eisejuaz” y varias referencias en sintonía historiográfica que “Las cautivas” de Mariano Tenconi Blanco retoma. El autor y director de esta obra, duplica la fortaleza que Echeverría pone en María, aquí en los personajes de la Elegida (Laura Paredes) y la Mensajera (Lorena Vega). La fuerza y la ternura. Celine y Rosalila. Lo doméstico y lo salvaje. La inmigrante francesa y la originaria de las pampas. Una historia de amor. 

¿Qué es lo que está dentro de todxs? ¿Qué vive en nuestros corazones?

La vida trashumante de dos seres que (se) desean y recorren juntas buena parte de la geografía del Virreinato del Río de la Plata en un viaje rumbo a la Banda Oriental del Uruguay, entrecruzando historias que pintan en espacio y tiempo una multiplicidad de identidades que confluyen en la Argentina del presente representada por un público que observa el hecho artístico con entusiasmo, emoción y presencia, interpelado por una ficción que revierte el relato romántico hegemónico y heteronormativo siempre vigente. 
Nota al pie, en relación al relato, hay una escena incómoda para quien escribe, que responde a los cánones del patriarcado. Escena en la que el cura, secuestrado por el malón, es abusado sexualmente y la historia se narra en tono de humor y consentimiento.
La figura de una masculinidad gay se describe en el relato desde una visión hetero cis desluciendo un pasaje que podría haber tenido un despliegue acorde a la trama.

“Es bien difícil cumplir en este mundo de sombras El malo entra con su ruidaje” expresa Mensajera. (Las risas del público cuando llega con su atuendo para “pensar” me vuelven a incomodar). Cómo aún hoy nos da risa lo que creemos extraño a nosotros. La burla.

Ellas, cautivas de las leyes divinas, llegan a escena en primera persona en el relato de su travesía, alternando su presencia en el escenario. Acompasadas por la música en escena de Ian Shifres. hecho que realza, matiza, compone, junto a los telones escenográficos que se intercambian, climas que llegan con efectividad.

La reproducción de versos magistrales, hilarantes, contemporáneos y rítmicos en la frescura reflejada por Elegida y la metáfora ancestral de la vida en las cosas de Mensajera, recrean un romance que sería imposible haber imaginado en tiempos previos a las nuevas olas feministas. Las protagonistas expresan y reconocen su miedo tomando además el valor de enfrentarlos. “Tengo miedo, pero una mensajera no debe preocuparse por su miedo porque también tengo la fuerza y veo la fuerza en mi como árbol o como piedra.”. Palabras de Mensajera.

La extrañeza como hilo conductor en la construcción de un romance.
Lo erótico, sensual, caliente, sensorial. Las lenguas, vivas en sus bocas, desafían la negación de un Dios pecaminoso. “La sonrisa de Dios” sonríe Elegida, enamorada..
“Del seno de la tierra has surgido adorada Atala”. 
Se cuidan, se abrazan, se veneran. El amor, la sexualidad, la vida y la muerte sin el maquillaje romántico renacentista. La luz en la oscuridad. “Yo sé que hay un camino que sale de tu corazón ¿Qué es?” pregunta Mensajera atravesando la cuarta pared. ¿La búsqueda de la libertad? 
Ellas van, siendo, en gerundio, infinitas.
Son la fuerza. Están en las flores, en el río, dentro de todxs.

Las cautivas se presenta todos los domingos a las 17 hs. en el Teatro Metropolitan, CABA.


 

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