Postales Argentinas: una adaptación en clave rock

Postales Argentinas: una adaptación en clave rock

Por Javiera Miranda Riquelme


Año 2043. En una Argentina arrasada y una Buenos Aires post apocalíptica, retazos de memorias de Héctor Girardi, trabajador de correo postal y poeta frustrado, son encontradas en la zanja seca de lo que fue alguna vez el Río de la Plata.

Se trata de Postales Argentinas, comedia negra de Ricardo Bartís y Pompeyo Audivert estrenada en 1988 que, construida con varias referencias de la sociedad argentina –el tango, el mito de la madre argentina, la porteñidad, etc– realiza un cuestionamiento sobre la identidad colectiva y la autoría de las creaciones artísticas, y sobre el paisaje desolador de esa Argentina de la post dictadura cívico militar.

La cartelera porteña de los últimos meses ha estado marcada por la tendencia del teatro independiente (pero también de los teatros de administración pública) por querer establecer un diálogo político con los espectadores sobre la desesperante crisis social del país, trayendo a escena clásicos argentinos de corte gauchesco o del periodo de la última dictadura. Sin embargo las rememoranzas no son garantía de diálogo alguno, mucho menos cuando estos clásicos son traídos como reliquias museológicas.

La adaptación de Maisonnave es notable porque ofrece un diálogo con el espectador metiéndose al bolsillo cualquier pretensión meramente folklórica, y reversiona un clásico en el que invita al espectador a reponer los significados posibles de esa argentina post apocalíptica del 2043. Estas dos décadas que nos separan de ese futuro no tan lejano y distópico hace que esta comedia negra parezca inquietantemente contemporánea. La ficcionalidad sugiere lecturas políticas y sociales posibles sin que nadie pretenda dar lecciones o moralejas infantiles.

La adaptación de Maisonnave es rock en estado puro. Respetando la trama y las inquietudes existenciales de fondo, la directora adapta sin temor varios aspectos de la obra. El aspecto tanguero distópico de la versión original es adaptado con atmósferas derivadas de la estética del rock. Dónde en la versión original había una introducción metateatral a cargo de una actriz y un bandoneonista mudo, la adaptación de Maisonnave nos introduce al derrotero de Héctor Girardi a través del músico e intérprete Arturo Alonso, quien desde un rincón del escenario no acompaña las escenas, sino que las moviliza y tensiona con parlamentos suyos, su guitarra eléctrica, y algunos pedales. Una suerte de rapsoda distópico.

Por su parte, las interpretaciones de  Alejandro Segovia y Lucila Casalis son sumamente propias. La labor de Alejandro Segovia no busca imitar la interpretación del Girardi original (a cargo de Pompeyo Audivert) sino que se distancia de los matices más cómicos para entrar de lleno en una interpretación de corte más dramático sin perder el patetismo y la oscuridad del protagonista. El matiz de este nuevo Girardi habilita otro movimiento: la exaltación más cómica e inquietante del personaje de la Madre.
Lucila Casalis asoma su mano de manera extraña (casi poseída) desde un baúl del escenario. Una mano contorsionada que vaticina lo que será una gran interpretación marcada por la extrañeza de un cuerpo embichado y desaceitado (como los de la escuela de Audivert).

Esta interpretación embichada de Lucila Casalis, y acentuada por los tópicos incestuosos y surreales de las relaciones familiares de los personajes del teatro de Bartís, no impiden que la actriz luego interprete al personaje de Pamela Watson con gran sensualidad. Sensualidad que amaga con inspirar al paralizado poeta.

Hay dos momentos de la dramaturgia original que son adaptados en esta puesta en escena de Postales Argentinas con mucho mérito. La primera es una de las primeras escenas en la que Héctor y su madre juegan a las cartas y dónde la adaptación amplía el carácter lúdico de la misma, permitiendo una presentación elocuente de los personajes. La segunda, se trata de una resolución en clave cyberpunk sobre el estado físico y mental de la Madre que en el texto original toma una vía más psicodélica.

La adaptación de Maisonnave es lúdica y atrevida y con identidad propia. Postales Argentinas se puede ver en el Teatro El Grito. Muy recomendable.
 

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