El precio internacional del mango
“El precio internacional del mango” de Ramiro García Zacarías
El Jufré Teatro Bar
Reseña: Ana Sanchez @soyanitasanchez
“Fuera de lo que es propiamente
humano, no hay nada cómico” (La risa de Henri Bergson, 1900)
Con un guión disruptivo y un trabajo maravilloso de las corporalidades en escena, se narra un hecho extraño en un contexto hiperrealista que nos convoca a reflexionar, a pura risa, sobre cómo nos comportamos los seres humanos en los eventos más cotidianos de nuestra vida.
Tres personas “encerradas” en una local para pagar facturas y servicios se asfixian mientras esperan que los atiendan, el tiempo parece infinito, o quizás sea solo una sensación. A medida que se van comunicando, se miran y, conforme va pasando el tiempo, llegan a reconocerse. El espacio es blanco, el vestuario de quienes actúan también: sus movimientos reflejan la luz y se acoplan, como en una coreo imaginaria conformada por el guión, las expresiones rítmicas y sonoras que emanan de los cuerpos. Son cuatro actos en los que somos convocados al convite de la risa. Después de un evento desopilante con la fuerza policial que propone una perspectiva crítica acerca de cómo se refuerzan los prejuicios y la xenofobia frente a las personas migrantes, alguien ingresa al local. Entonces, ¿no estaban encerrados? ¿pueden irse? ¿seguirán ahí reclamando ser atendidos? ¿podrán salir algún día?
La obra “tiene un código muy extrañado que se rompe” afirma Ramiro Zacarías, co director junto a Faty Arahuete en una entrevista de principios de mayo, luego del estreno. Parte de ese código roto es el cronológico, no queda claro si la acción dura horas o si simplemente sucedió entre las 14 y las 14:10, tiempo que llevan esperando que los atiendan, horario que los personajes repiten constantemente. Como varias otras cosas que se presentan como en un loop de pensamientos recurrentes y obsesivos, con conductas repetitivas. Lo que abre una reflexión sobre la salud mental que llevamos en nuestras vidas, sobre todo después de la pandemia, el encierro que quedó, el encierro que ya nos constituye como seres humanos. Lo interesante de esta experiencia es que acá existe la posibilidad de compartirlo con otros: nadie está tan loco, ni tan cuerdo, ni tan solo. Y sino, por lo menos nos queda la risa.
“Se me descongela el kanikama” insiste cual rezo Estela (Juana Aguer), la mujer embarazada -que además muta con total magnetismo en otros personajes a lo largo del guión, como el resto de los actores-, generando en los espectadores un flujo constante de ansiedad y resignación. Por momentos la interpretación se llena de dulzura y comprensión, sobre todo hacia Mario (Gerónimo Gutierrez), un ser temeroso, obsesivo, prejuicioso en búsqueda constante por gestionar su angustia insistiendo en que su profesión debería ser considerada para abrir por fin esa ventanilla: “soy panadero, tengo el horno prendido, nadie me ayuda”. Abdoulaye (Bruni Gonzaga) representa el personaje más disruptivo, un senegalés de profesión abogado, que se asume como infiltrado para denunciar los abusos de las empresas de servicios, en defensa de los consumidores. Él no siente temor, por el contrario, parece dominar la situación, a pesar de estar encerrado con dos personas más que lo discriminan y le desconfían.
Dice Bergson que “lo cómico es aquello mediante lo cual el personaje se entrega sin
saberlo, el gesto involuntario, la palabra inconsciente” (La risa, 1900), como cuando en la obra parece derrumbarse todo con el ingreso de un cuarto personaje al local de pago de facturas y servicios. Pero no, la distracción enseguida se reorganiza, los espectadores volvemos rápidamente a la escena final moldeados de risa y asombro. Y el encierro, ahí sigue.
Si querés reirte y además sentir el teatro en la piel, tenés que ver esta obra. Se presenta todos los viernes de junio a las 20:15h en El Jufré Teatro Bar, si podés acercate un rato antes y disfrutá de algo rico en el bar, se vuelve un ambiente ideal para iniciar la jornada. Cuando te llamen con la campana, no te cuelgues… La obra está por comenzar.
@eljufre @epim