Las encadenadas la revuelta

Las encadenadas la revuelta

“No se muera. No hay cementerio”, ordena un cartel ubicado en el medio del espacio escénico, subrayando el primer “no”. Un crematorio que posee esa leyenda en su interior, casi con un tono burlón. No se trata de una sugerencia, sino de un decreto. Desde el momento en el que la obra comienza, la tensión crece de manera incesante, generando una atmósfera incómoda en la que estos personajes tendrán que hacerse cargo de su accionar y de un pasado que está más presente que nunca. Algo lo cambiará todo para siempre. 

La lluvia es torrencial en el pueblo de Carhue. La ropa se encuentra mojada como si ese fuese ya su estado natural y las paredes sudan pequeñas gotas de agua. El clima húmedo se siente en cada espacio de la escena teatral. Las mentiras y los secretos saldrán pronto a la luz. El diálogo entre los personajes se va tornando cada vez más rígido, tirante. “No se muera. No hay cementerio”. Un horno crematorio y cenizas esparcidas. Una llegada del exterior que destapa la olla, pero eso será solo el principio. 

La segunda parte de Las encadenadas nos invita a reflexionar acerca de la caída en desgracia de un pueblo llamado Villa Epecuén, el cual fue destruido producto de una enorme inundación, la cual tuvo lugar tiempo atrás. ¿Cómo convivir con la tristeza de saber que se podría haber evitado? ¿Cómo continuar una vida luego de esa catástrofe? Nostalgia, venganza, tristeza: esas son las temáticas aquí tratadas. ¿Es posible una reconciliación con ese pasado tan oscuro? ¿Hay alguna manera de desencadenarse de éste?

Los personajes se encuentran en un dilema ético, presos de un nerviosismo causado por su accionar. Sin embargo, se presentan momentos de comicidad que logran distender al espectador y provocar una risa en este último. El enorme trabajo actoral de esta obra da cuenta acerca de lo importante que es el cuerpo en escena, y como una simple mueca de un actor puede hacer estallar al público de un segundo para el otro.

En línea con lo dicho hasta aquí y para finalizar, cabe destacar el rol de la utilería, vestuario y maquillaje. Este sistema de objetos, junto con el trabajo de sonido e iluminación, entre otras cuestiones, juega constantemente con reforzar el signo teatral, con una redundancia de sentido hermosamente construida. Los y las invito a disfrutar de Las encadenadas. 

 

Por Fermina Kon - @fermikon

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