A la Fábrica - Oda teórico-práctica al trabajo

A la Fábrica - Oda teórico-práctica al trabajo

En un tiempo en el que en lugar de yoga se practica el mindfulness, llamamos breaks a los descansos, y los gerentes se visten de CEOs, el trabajo no puede ser la excepción. Este también cambió sus nombres porque cambió sus formas y ocultó sus permanencias bajo la apariencia de lo nuevo. 

 

El trabajo, tal como lo aprendimos a lo largo del siglo XIX, pierde poco a poco sus contornos para mostrarse menos como una imposición y más un estilo de vida, una identidad, algo que se realiza por deseo y no por obligación. Ya casi no hay trabajadores o patrones, hay vocaciones, vagos, emprendedores, asociados de una aplicación, creadores de startups y mentes brillantes que nos traen el futuro pero no proletarios que vendan su fuerza de trabajo ni propietarios ni jefes ni capataces. Alcanzamos poco a poco el final de la explotación del hombre por el hombre, porque ahora, al igual que todo nuestro destino, se vuelve nuestra entera responsabilidad al haberse convertido en un ejercicio privado y reflexivo de autoexplotación. 

 

A la Fábrica parece anacrónica en su propuesta y en sus conceptos lo que a la vez la vuelve una osadía y una quijotada. Ambientada en una fábrica llena de operarios de overol de esas que supieron ser el corazón del sistema capitalista, forjada con las categorías decimonónicas de la industrialización, es una obra protagonizada por un concepto: la fuerza de trabajo. Esta obra pone en escena mediante coreografías, testimonios, videos y explicaciones conceptuales, a la protagonista del siglo XIX y XX para hacerla “reaparecer” como una pregunta abierta hacia el futuro. 

 

La fábrica supo ser el terreno en que las fuerzas del trabajo y el capital disputaban el poder y la vida. Pero hoy, que parece que todo está en la punta de nuestros dedos y que estamos a nada de la realización de la entera automatización que preconizaban los teóricos de la economía (como utopía o pesadilla), el concepto parece quedar escaso y en vías de extinción. El mundo del trabajo mismo está en plena conmoción por el desarrollo de la técnica y las nuevas formas de trabajo remoto que se asentaron tras la pandemia. 

 

Así la propuesta de A la fábrica puede parecer obsoleta porque no hay más trabajo ni fábrica ni obreros, porque hacemos todo desde casa por una app y no hay más patrones que las calificaciones y el algoritmo. Pero la obra insiste en mostrar “lo que fue” para señalar lo más importante de todas las teorías de la economía política, con Marx a la cabeza, que es que el operario no es más que la muestra desnudal de la explotación que toma múltiples formas y se esconde tras muchas máscaras. 

 

Al comienzo vemos cuatro operarios de espalda, escuchamos un silbato y uno de estos nos cuenta un recuerdo de la infancia en que el padre le explicaba que ese sonido anunciaba el cambio de turno en la fábrica y explicaba las urgencias de los obreros apiñados en torno de la entrada. Luego él y otra obrera se turnan para narrarnos cómo empiezan su día y cómo es que en el mismo amanecer del trabajador se notan las marcas del trabajo del día anterior para las que no alcanza el descanso. Estas narraciones son secundadas por el mismo relato contado con lengua de señas y serán un modelo replicado a lo largo de toda la obra en similares relatos a lo largo de las diversas escenas. 

 

A la angustia del obrero oprimido que remeda los relatos de los obreros de mediados del siglo XIX, le seguirá la llegada a la fábrica de una multitud de obreros animados acompañada de fondo por “Me matan si no trabajo” de Daniel Viglietti en la versión de la canción de protesta de los obreros de INSUD documentada por Raimundo Gleyzer. Esta empezará a ser entonada por la misma masa de trabajadores y se convertirá en un leit motiv de la obra.  

 

La obra está dividida en tres “turnos” siguiendo a la vez la lógica fabril de la división del tiempo. Cada uno de estos turnos tiene un título de la teoría y la praxis del trabajo que se anuncia por la pantalla al fondo de la escena y será secundado por la entrada de los trabajadores al turno que repite la misma escena con ligeras variaciones. El primero se llama "Cadena de producción y línea de montaje” en el cual se presentan algunos conceptos en torno de los sistemas de producción en cadena. El segundo “A destajo” en el que se desarrollan los espacios de las relaciones interpersonales de los trabajadores, la organización sindical, la reflexión teórica sobre la explotación y el deseo de espacimiento. Por último el tercero se llama “El pistón” en el que se trabaja sobre todo en la idea del trabajador enajenado en el proceso productivo y convertido en una pieza de la maquinaria de producción para ser usado hasta el desfallecimiento.

 

A lo largo de toda la obra se van intercalando relatos del desgaste físico y emocional que genera el trabajo en las personas y la eterna sensación de frustración que produce el ser un trabajador. Cada uno de los testimonios recorre distintas anécdotas de distintos tipos de trabajos desde el rappi, al empleado, del call center al maestro, todos terminan diciendo su nombre y afirmando, en un gesto brechtiano, “soy actor/actriz” para recordarnos que ahí, frente a nosotros y atrás de nosotros también están trabajando. Estos relatos, que no terminamos de saber si son vivencias de los actores, una recopilación o una invención de 

un anecdotario probable, están ahí para mostrar que las categorías que se estudiaron en la fábrica, aún se pueden usar para entender al mundo del trabajo.

 

El centro de esta obra son esas categorías que se despliegan en explicaciones de los trabajadores, textos leídos en voz alta en una reunión de obreros en una pausa laboral y medios audiovisuales que explican conceptos teóricos fundamentales y abstractos como la plusvalía, el toyotismo o la lucha gremial, pero que también sirven para abrir una ventana al pasado a partir de la presentación de fragmentos del documental “Me matan si no trabajo y si trabajo me matan” de Raimundo Gleyzer. Es obligada la mención a la selección de la música Kraftwerk (cuya traducción es fuerza de trabajo) para acompañar la coreografía que representa la línea de montaje en el primer turno.

 

La obra viene a poner de nuevo su nombre a las cosas y mostrarnos que, aunque tal vez haya cosas que necesiten nombres nuevos, no toda antigua categoría debe ser desechada porque la renovación de conceptos, en muchos casos, no es más que poner nuevas máscaras para la misma explotación de siempre. Tal vez esta escenificación de lo clásico pueda ser un llamado a volver a pensarlo o, mejor aún, una nueva forma de desenmascarar lo nuevo volviendo a lo ya dicho.

 

Por Javier Echarri - @javitojso

 

SINOPSIS

 

A la fábrica! (o los trabajos y los días) es una incursión escénica que se propone pensar críticamente las contradictorias dimensiones del trabajo en el devenir de lo humano. Los habituales tres turnos del trabajo industrial serán la metáfora que estructurará los bloques que conforman el espectáculo: en overoles mamelucos, delantales, guardapolvos; por la mañana, por la tarde y por la noche veremos llegar a los obreros a la fábrica. Pero detrás de la figura del operario industrial va a transparentarse otra identidad, la del actor y la actriz que lo encarnan. Irrumpirán así historias personales en las que la explotación, la precariedad y la violencia cotidiana serán rasgos comunes. El actor y la actriz saben sin embargo que el teatro es fundamentalmente “trabajo” pero de una especie que lo vuelve cobijo, esperanza y redención.

 

Reel escénico: https://www.youtube.com/shorts/sYQHvf57wnI

 

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: Sergio Sabater

Actúan: Juan Pablo Agatiello, Julieta Rocío Barletta, Bautista Barreiro, Camila Cahn, Lara Castro, Noga, Agostina Coluccio, Francisco Cottet, Luz Belén Dieguez, Carolina Ersinger, Milagros Ferrari, Katiuska Francis, Julián Fuertes, Carolina Galende Krumm, Daiana Gonzalez, Lucila Grossi, Tatiana Gurevich, Belén Iza, Macarena Laura, Julieta Mantarro, Ailu Maser, Mavi Massa, Sabrina Paz Masseri, Federico Mazzeo, Daniela Yessica Nuño, Camila Paulo, Iván Sardo, Ana Vergara

Diseño de luces: Leandra Rodríguez -Adea-

Edición de video: Sol Altare, Carolina Ersinger

Operación de sonido: Sol Altare

Operación de video: Sol Altare

Asesoramiento Audiovisual: Violeta Sabater

Asistencia de dirección: Sol Altare

Colaboración artística: Omar "Chino" Kuhn

Dirección: Sergio Sabater




 

✨ A LA FÁBRICA

🗓️  Domingo 5/11 - 18:15 hs

🎭 CENTRO CULTURAL UNGS 

📱 @centroculturalungs

📍 J. M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines

📱 @alafabrica


 

Compartí

Comentarios

Para comentar por favor inicia sesión.